jueves, 29 de noviembre de 2012

Por qué educar por competencias


Mendoza, Lunes de Pascua de 2012

Estimados miembros de la comunidad educativa:

El presente documento es el fruto del estudio, la reflexión y el trabajo de todos. Durante el segundo semestre del año 2011 como equipo directivo asumimos el desafío de responder las tres preguntas que estructuran este trabajo:

¿Qué entendemos por competencia en el contexto de nuestro colegio?
¿Qué entendemos por Proyecto Curricular Institucional?
¿Por qué realizar un PCI basado en competencias y no de otro modo?

La tarea era ambiciosa y nos exigió consensuar conceptos, posiciones y visiones pedagógicas. Luego de algunos meses pudimos dar a luz un primer borrador común que respondía a estas preguntas.

El sábado 17 de diciembre de 2011 realizamos una jornada de trabajo en la que los directivos ampliamos la participación, convocando a la coordinadora pedagógica, coordinadores de área, referentes de la Dirección de Pastoral, del Departamento de Seguimiento de Alumnos y de los preceptores. Las mismas tres preguntas nos animaron a pensar, jugar y construir juntos una comprensión común del proceso en el que estamos embarcados.

En las jornadas institucionales de febrero de 2012 la participación se amplió a todo el personal docente de nuestra institución. Ustedes recordarán cómo el trabajo y el entusiasmo de cada uno permitieron seguir construyendo  una visión común en relación a las tres preguntas planteadas.

Finalmente nos pareció muy importante dar participación a los alumnos. Fueron los miembros del Centro de Estudiantes quienes aportaron su valoración y su mirada en relación con el tema.

Este proceso nos permite contar con un documento que contiene el aporte de todos y nos posibilita hablar un lenguaje común. Es sólo un paso, insuficiente pero necesario y muy esperanzador en este camino de revisión del Proyecto Educativo Institucional.

Esperamos que la lectura consciente de su contenido sirva de base para seguir avanzando con entusiasmo, esperanza y profesionalismo.
Con afecto en el Señor Resucitado los saludan,
Luz Perussich,
Claudia Molina,
Miriam Miguez,
Matilde Rogé
Julio Navarro S.



Introducción

“Los procesos educativos son personalizados y  apuntan a la formación  y capacitación para el trabajo, para la convivencia democrática, para impulsar el cambio y el desarrollo social y para la formación ética y religiosa. Se orientan por la espiritualidad y pedagogía ignacianas, encarnadas en cada institución, para que todos lleguen a ser “hombres y mujeres para los demás” y “con los demás”, con excelencia humana, alto nivel académico y capaces de liderazgo en sus ambientes.”
(Proyecto Educativo Común de la Compañía de Jesús en América Latina n° 6)

Nos encontramos en las fronteras y encrucijadas de un nuevo escenario social y educativo. Como se ha dicho, contamos con un sistema educativo que data del siglo XIX, con docentes que nos hemos formado en el siglo XX y con alumnos que pertenecen al siglo XXI.  Asistimos a “la inocultable evidencia de la inutilidad de los aprendizajes ofrecidos por el sistema respecto de las demandas y desafíos del mundo actual” (Guerrero 2000).  La preocupación por la calidad de la educación que imparte la escuela es hoy un lugar común en los foros de debate tanto públicos como privados.  Escuelas, profesores y estudiantes estamos tensionados por la necesidad de lograr mejores aprendizajes. 

Esto nos desafía. El cristiano no se espanta ni se escandaliza sino que aborda estas fronteras y encrucijadas con espíritu pascual.   Sabiendo que Dios está presente en la historia y que es preciso descubrirlo, buscar su presencia en el tiempo que nos toca vivir. Pensar juntos lo que nos pasa, hablar de lo que nos pasa, es el camino para poder discernir cómo lograr que nuestras prácticas educativas estén cargadas de valor y significado.  Que  no sean un mero intento de hacer que “todo siga igual”, “de volver a lo que era” perdiéndonos de encontrar en nuestro tiempo las huellas de Dios que sigue creando y que nos invita a descubrirnos creados para la Esperanza

Estamos ante una doble e inseparable misión: la de formar integralmente a la persona, capaz de convivir, y la de enseñar a aprender, para que le sea posible actualizarse permanentemente.

Creemos que la noción de competencia pueda dar respuestas a este desafío.

¿Qué entendemos por Competencia en el contexto de nuestro colegio?

Encontramos numerosas definiciones de “competencia” en una variada y rica bibliografía. Intentaremos aquí poder aproximarnos a este complejo concepto.
Al comenzar definimos categóricamente la competencia principal y fundamental (EE 23) a la que aspiramos todos los que formamos parte de esta comunidad educativa:

Ser capaces de desear y elegir lo que más nos conduzca al fin para el que hemos sido creados.

Teniendo como horizonte primero y fundamental esta inspiración ignaciana podremos ir adentrándonos en la comprensión del concepto de competencia.
Competencia es la capacidad del hombre y de la mujer para…, es saber hacer las cosas correctas desde el principio buscando la excelencia en todo y en todos, la capacidad de resolver situaciones problemáticas con eficiencia y eficacia (en tiempo y forma).
En el contexto de nuestro colegio, un alumno es competente cuando es capaz de seleccionar y usar conocimientos, capacidades, destrezas y actitudes para resolver positivamente una situación dada, en el contexto en el que le toca vivir y en situaciones precisas de la vida.

¿Cómo?
    de manera autónoma, libre y responsable
    compasiva, creativa y consciente
    con sentido crítico
    en comunidad
    trabajando con otros
    respetando la diversidad social y cultural e incluyendo diversidad de intereses y perspectivas
    confiando  en la Divina Providencia
    teniendo a Jesucristo como modelo
    aprovechando  los dones recibidos de Dios para ponerlos al servicio
    y en un proceso de permanente Autoevaluación – Coevaluación - Discernimiento.

La noción de competencia implica un modo de proceder: poner a los alumnos  “en situación”  desde una formación que incluye todas las dimensiones de la persona (bio-psico-socio-espiritual)   y con una marcada capacidad de contemplación y acción.  Competentes para percibir las mociones, “gustarlas y sentirlas internamente”,  como el resultado de la integración del pensamiento y de los afectos que mueven a la acción. 

Partiendo de una definición clásica: “saber hacer, con saber y con conciencia”, podemos destacar los tres aspectos de una competencia,  aspectos que no pueden pensarse disociados, sino como partes de un todo integrado en el que uno se apoya, enriquece y posibilita al otro:
    Un aspecto cognoscitivo: Nos apropiamos de la cultura acumulada de tantos años, aprendemos un lenguaje que nos permite introducirnos en el mundo humano, desarrollamos habilidades intelectuales, cognitivas para entender/comprender mejor nuestra realidad, aprovechando los aportes de otras generaciones e interpretando nuestro contexto. Manejamos un saber que nos permite iluminar nuestras decisiones y nuestras prácticas. Es lo que hemos llamado contenidos conceptuales. Incluye hechos (ej: nombre del libertador de América); conceptos (ej. Unitarios y federales) y principios (ej: ley de gravedad, axiomas matemáticos).
    Un aspecto procedimental: Conjunto de acciones ordenadas que conducen a la consecución de un objetivo; es “saber hacer”: implica saber para transformar la realidad, para incidir sobre ella. Es lo que hemos llamado contenidos procedimentales. Incluyen habilidades, técnicas, estrategias y destrezas. Por ejemplo: elaboración de gráficos, análisis de una situación, resolución de un problema, leer, observar, calcular, etc.
    Un aspecto valorativo: Este hacer no es un hacer cualquiera, es un hacer reconociendo la dimensión ética (consciente o inconsciente) de todo hacer.  Hacemos para transformar la realidad, para crear un mundo humano y acorde a los valores que consideramos fundamentales. Pretendemos hacer lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados. Es lo que hemos llamado contenidos actitudinales. Incluyen valores (ej. solidaridad), actitudes (ej. respetar el medio ambiente) y normas (ej. reglas de juego)

Como se ve, estos tres aspectos no se pueden disociar cuando hablamos de competencias. El Padre Kolvenbach nos brinda una imagen que sintetiza y enriquece lo que terminamos de expresar, él habla de la formación integral de jóvenes con cabeza, corazón y manos para los demás y con los demás.

Se busca aprender y ejercitarse en:

    pensar adecuadamente, reflexionar, tomar conciencia, descubrir, dudar, argumentar,  de manera de poner en juego la cabeza;

    sentir adecuadamente, tomar conciencia de los propios sentimientos, deseos, valoraciones, intereses, gustos, emociones, de manera de poner en juego el corazón;

    ponerse en acción para transformar nuestra realidad concreta (en primer lugar nuestra interioridad, nuestro modo de ser, lo que se entiende esencialmente como conversión)  a partir de lo que se descubre como valioso, bueno, verdadero, de manera de poner en juego las manos.

¿Podemos entonces pensar qué no es una competencia?
    No es una capacidad para responder a los requisitos de la lógica del mercado y del consumo (imperante en nuestra cultura y por consiguiente en muchas ofertas educativas del medio).
    No es saber imponerse por sobre los otros para tener un lugar y estar bien con uno mismo, para poder “disfrutar” de las posibilidades de consumo: lógica individualista y liberal
    No es un repertorio de respuestas ni la capacidad de adquirir datos para poder reproducirlos; lógica enciclopedista que está claramente perimida. La misma no integra la dimensión procedimental ni valorativa.

Algunos ejes transversales comunes
Supuesta una adecuada comprensión de competencia y la excelencia académica en los contenidos propios de cada Espacio Curricular, mencionamos algunos desafíos actuales de nuestra cultura frente a los cuales la formación en competencias aparece como una manera apropiada de responder transversalmente:

    Una cosmovisión cristiana de la realidad.
    La afectividad y la sexualidad.
    La educación para la paz: valoración/respeto de la diversidad en todo orden, educación emocional, desarrollo de habilidades sociales y de no violencia.
    Los cambios en la noción de conocimiento y en el paradigma científico.
    Los nuevos modos de entender la “inteligencia” y por consiguiente la enseñanza y el aprendizaje.
    La educación en la conciencia planetaria: somos compañeros de ruta a nivel universal y pertenecemos todos a la raza humana.
    El cuidado del medio ambiente.
    El cuidado del propio cuerpo y la promoción de la salud.
    La prevención de las adicciones
    La formación en la participación y el compromiso político y ciudadano


¿Qué entendemos por Proyecto Curricular Institucional?

El término “currículum” tiene significados muy distintos. Sin entrar en una disquisición terminológica que excedería los alcances del presente documento, es importante acordar nuestra comprensión común:
Entendemos por currículum al conjunto de intenciones educativas (explícitas y/u ocultas)  y el desarrollo de las acciones concretas de enseñanza y aprendizaje para poder conseguir dichas intenciones.
El PCI buscará hacer visibles las prácticas cotidianas, para reflexionar sobre ellas  y enriquecerlas.
Se tratade la propuesta pedagógica didáctica incluida en el PEI.Sirve para organizar y orientar la práctica educativa. Estamos convencidos de que la calidad de nuestra enseñanza dependerá en gran medida de la articulación y coherencia existentes en las distintas prácticas educativas, y no meramente de la suma de las intervenciones aisladas: los contenidos + las interacciones entre los docentes + el modo de proceder.
Un desarrollo curricular conjunto, fruto del análisis y la reflexión de todos se concretará en la programación áulica, en cada clase y en cada experiencia educativa, como la expresión cotidiana del proyecto común.
En el PCI se definen los objetivos curriculares y las orientaciones generales en cuanto a los aprendizajes que deberían adquirir nuestros alumnos, los del San Luis Gonzaga, al transitar las distintas etapas y/o terminar su período educativo en el colegio,  teniendo como base el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI).
Es una construcción consensuada y dinámica, que realiza el equipo docente a partir de la reflexión sobre sus propias prácticas.
Mediante nuestro PCI buscaremos que quede por escrito en un documento y sobretodo en la conciencia de cada docente, una visión global del proceso educativo y el hilo conductor que sostiene este proceso desde nivel inicial a 5to año. Por lo tanto debe ser flexible, coherente y abierto, respondiendo al ideario de nuestra Institución (Magis Ignaciano).

Los elementos del PCI son:

    Para qué enseñar
A partir de las orientaciones generales del PEI se desprenden los objetivos de carácter curricular dando respuesta a para qué enseñamos en el colegio san Luis Gonzaga en cada nivel, ciclo y año. Las competencias que nuestros alumnos deberán adquirir responden claramente a este para qué.
Estas expectativas de logro a nivel institucional (“con qué competencias debiera egresar un alumno del SLG al terminar quinto año”) se instrumentan mediante la propuesta de enseñanza y aprendizaje, permitiendo la consecución de dichas expectativas.

    Qué enseñar
Nos referimos a los contenidos, y reafirmamos que saber algo no  se reduce a tener información sino a poder operar con ella y hacerlo con conciencia, con una valoración ética (noción de competencia) Por eso hablamos de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Y decimos: los tres se planifican, los tres se enseñan, los tres se aprenden y los tres se evalúan.

    Cuándo enseñar (criterios de organización y secuenciación)
Una vez que hemos respondido al para qué y qué enseñar es necesario definir cuándo hacerlo, cómo secuenciar y organizar los contenidos.
Si logramos definir las competencias con las que esperamos que nuestros alumnos egresen de quinto año (las competencias generales y las propias de cada área); podremos contextualizar y adaptar para cada ciclo y año los contenidos.

    Cómo enseñar
Encontramos aquí un desafío enorme. A nuestros padres les enseñaron de un modo similar a como les enseñaron a nuestros abuelos. Sin embargo hoy un hermano menor asiste a un escenario bien distinto que su hermano mayor. Si cambia el contexto, necesariamente debe cambiar cómo enseñar.
Hemos hablado de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales, entonces las metodologías de enseñanza (y de evaluación) atenderán a esa diversidad.
El PCI orientará  las decisiones sobre cómo enseñar, esto es: con qué criterios metodológicos, con qué criterios de organización y con qué materiales y recursos didácticos.
Será el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI) el fundamento que sostenga y oriente nuestro modo de enseñar. A saber:
  1. Situar la realidad en su Contexto.

  1. Experimentar vivencialmente.

  1. Reflexionar sobre esa experiencia.

  1. Actuar consecuentemente.

  1. Evaluar la acción y el proceso seguido.

    Qué, para qué, cuándo y cómo evaluar
Nuestro paradigma pedagógico (PPI) culmina con la evaluación, no como práctica sancionadora sino reguladora y posibilitadora de mejora. Es un medio para: mejorar la enseñanza y favorecer el aprendizaje.
Entender el para qué, es decir, la función de la evaluación, permite establecer los criterios sobre el qué, cuándo (inicio-diagnóstico contextualizador; proceso, integración)y cómo evaluar.
Para esto es importante tener en cuenta: edad, talento, nivel de desarrollo de cada uno. Hay métodos adecuados para ello, como el diálogo personal, la revisión diaria de los alumnos, la autoevaluación, así como la revisión de las actividades del tiempo libre y el servicio voluntario a otros.
Hay una instancia de autoevaluación y/o heteroevaluación docente que compromete la mejora profesional sostenida.

El PCI es en definitiva nuestro proyecto pastoral. Educar es nuestra pastoral (la de los directivos, docentes y no docentes, padres, ex alumnos y alumnos) Esta propuesta pastoral se concretará entonces en el PCI.


¿Por qué realizar un PCI basado en competencias y no de otro modo?

La búsqueda del Magis implica la disposición para asumir los medios que vuelvan la obra educativa más eficaz.  Sobre la base del conocimiento y reflexión acerca del contexto en que se desenvuelve la escuela, se deben tomar las decisiones acerca de las acciones adecuadas,  y  las evaluaciones que permitan realizar los ajustes necesarios. 
Como hemos dicho, un currículum basado en competencias no solamente propone nuevos aprendizajes sino fundamentalmente un nuevo tipo de aprendizajes, siendo la noción de competencia la que marca la diferencia con el paradigma anterior.

Cabe destacar algunos aspectos:
    Un currículum por competencias busca enriquecer un saber hacer.  Coloca a los niños y jóvenes en situación de saber hacer con conciencia. Le interesa que desarrollen y usen un conjunto de destrezas mentales y operativas pero en función de obtener un resultado, de influir en su contexto.   Que interpreten información, que disciernan el valor moral de la misma y que actúen en consecuencia.  Que reflexionen su proceso y se apropien conscientemente de las capacidades desplegadas, en tanto comprueben que les sirven para mejorar su capacidad de interacción con el medio, sin dejar de lado los valores fundamentales propios de su cosmovisión.

    Propone un aprendizaje centrado en el alumno: no en los contenidos o en los docentes.  El alumno como protagonista en el conocimiento, en la valoración y en la acción, protagonista de su desarrollo como persona con y para los demás. Propone los contenidos (conceptuales, procedimentales y actitudinales), las asignaturas/espacios curriculares como herramientas de transformación-evangelización.

    Promueve la formación integral: permite que nuestros alumnos realicen un itinerario de aprendizajes que posibiliten la adquisición de habilidades complejas (cognitivas, valorativas, operativas),  que puedan comprender su contexto y transformarlo en función de los valores que consideramos propios de nuestra cosmovisión.  Posibilita mejor la educación de la cabeza, el corazón y las manos;  el saber, el sentir y el hacer. 

    Permite superar la dicotomía saber-hacer, pensamiento–acción: para vivenciar que es posible -y necesario-  una acción transformadora sobre el mundo.  Alimenta la esperanza, porque nos invita a trabajar y ponernos manos a la obra en la construcción del Reino.  Sumarnos a los hombres y mujeres que supieron decir sí a Dios y encarnaron los valores de un mundo más justo y solidario, donde todos podamos vivir como hijos de Dios.

    Permite asumir los desafíos de nuestro contexto posmoderno: revisar nuestra mirada del mundo, de la historia, del hombre, de Dios; para ponernos a tono con una visión más holística, integradora, que recupere la noción de misterio, de trascendencia, de contemplación de una realidad que es más compleja, maravillosa  y vasta que lo que podemos conocer con nuestros sentidos  o realizar con nuestras fuerzas humanas.

    Permite el aprendizaje a lo largo de la vida: la formación permanente es cada vez más requerida y necesaria. En la medida en que formemos niños y jóvenes que aprendan a aprender, podrán ir adaptándose a los desafíos probablemente insospechados de las próximas décadas.

Que Dios nos siga acompañando e iluminando en tan valiosa y grata tarea.



Aporte del Centro de Estudiantes SLG 2012
(Coordinador: Prof. Gonzalo Navarro)
A partir de una dinámica que comenzó con el video “La Caja” http://www.youtube.com/watch?v=1me6SQIYfX8 . Se pidió a los referentes del Centro de Estudiantes que redacten cuáles son las competencias con las que deberían egresar del San Luis Gonzaga.
Se transcriben textualmente el aporte de los 10 participantes
1- Perfil: el que sale del San Lucho a pesar de ser una escuela no muy barata no vive en un mundo imaginario de gente con las mismas posibilidades. El que sale del  San Lucho debe salir con la idea de un mundo en el que hay gente muy necesitada y en el que uno tuvo la suerte de tener todo. Sale una persona que va a vivir en un mundo en el que el San Lucho no está solo.

2- Aprender a encontrar diversión en donde no se ve tan fácilmente.
Derrumbar paredes, saber que hay algo más de lo que nosotros creemos.
Perfil egresado: tiene que saber organizarse, ser más independiente, saber qué hacer y cuándo, o tener una idea de ello, ya que muchas veces se lo malcrió porque se le dice qué tiene que hacer y no se lo deja libre a sus propias decisiones. Solidaridad, compañerismo.
Debería insistir en esos hechos, la toma de decisiones y el trabajo en grupo: compromiso.

3- El perfil del colegio San Luis Gonzaga es aquel que se presta para la ayuda de las personas, que se interesa en los distintos niveles sociales. También se demuestra en la unión y el compañerismo y sabe defender sus opiniones y puntos de vista, aceptando las demás ideas. Siempre proyecta nuevos proyectos para mejorar.
En las competencias que debe educar creo que los alumnos de San Lucho tenemos muchos valores que nos identifican a cada uno. ESFUERZO, APOYO Y CONSEJOS.
Ciertos profesores no te preparan en el aspecto cristiano para la vida.

4- Tienes que aprender a aceptarlo, mundo estrecho, el problema no es el mundo, eres tú. Mi felicidad es mi propio esfuerzo. (Frases del video)
El perfil tiene que ser humano, dedicado y solidario. No pensar que el otro lo va a hacer por vos. A estar dispuesto  a colaborar, a superar los inconvenientes.
Nos debería educar en competencias orientadas en valores humanos y solidarios y no tanto en lo material. Porque así nosotros con esa base nos podemos proponer lo que realmente queramos, que seguro va a salir bien porque el colegio nos enseña a no asustarnos con esa luz de afuera de la caja.

5- Uno se conforma. Otro quiere cambios. Cuando ven la posibilidad del cambio se asustan.
El perfil del egresado del San Luis Gonzaga tiene que ser de alguien con los valores muy marcados y comprometidos para ayudar en cualquier ámbito. Independientemente de si elige una carrera relacionada con eso o no.
Las competencias que tiene que darnos son las de poder desempeñarnos dentro de todo, con facilidad en situaciones compartidas con mucha gente; poder tener opiniones propias  y saber mantenerlas, y salir del colegio por lo menos con conocimientos básicos de cada área (eso creo que no se cumple).

6- Felicidad es mi propio esfuerzo. (Frase del video)
El perfil de un egresado debería ser el de una persona que tiene valores bien marcados y se preocupa por los demás, comprometiéndose a ayudarlos. Que aporte para mejorar la sociedad.
El colegio nos debería formar más académicamente porque en lo personal es muy buena la formación.

7- Tienes que aprender a aceptar. Están incómodos, uno más impaciente que el otro. Felicidad es tu propio esfuerzo, dentro de una caja. (Frase del video)
El perfil del estudiante de SLG tendría que ser de una persona que persiga sus metas, con valores como solidaridad y la capacidad de moverse en la sociedad, decir sus opiniones pero escuchar otras, no dejarse guiar por los demás.
La competencia sería la del compromiso.

8-  El perfil del egresado del colegio San Luis Gonzaga, debería ser sobre todo en convertirse en una excelente persona en todos los aspectos de la vida, capaz de responder a los problemas con calma. Siendo una persona culta y respetuosa, siendo un trabajador, aportando a la sociedad cosas buenas para mejorarla, siendo hombres y madres de familia competentes, que no se conformen con lo mediocre, que cumplan sus deseos y sean felices, se proyecten.
Solidarios, trabajo en grupo, razonamiento, capaz, constantes.

9- Un alumno debe tener un perfil en el que el colegio (que no lo cumple) sepa darle un pantallazo al estudiante del exterior, cuáles pueden ser algunas trabas. Para prepararlo a que en el momento de salir al mundo, no se choque con mil cosas. Además fomentarlo de valores como solidaridad y trabajos en grupo, el saber estar para el servicio de los demás, saber escucharlo, aconsejarlo y demostrarle cariño y afecto por el otro. El saber llegar a los demás.

10- Unión, compañerismo, Solidaridad.
Debería ser una persona con empatía, hablamos de solidaridad así que en cierto modo el egresado debería ser alguien que actúe pensando en las consecuencias para el prójimo.
Se debería incentivar en la importancia de quiénes somos, para presentarnos ante el mundo con seguridad y presencia.



BIBLIOGRAFÍA

 ASOCIACIÓN DE COLEGIOS Y ESCUELAS JESUITAS EN ARGENTINA.  La identidad ignaciana en la educación.  Orientación, principios y propuestas.  Comisión de educación, Compañía de Jesús, Argentina.
 Congregación General nº 35 Compañía de Jesús
 GUERRERO, Luis.  Aprender a ser competentes. CONSUDEC, Revista (2000).  
 DUSCHATSKY, Silvia. Conferencia “El poder de lo no escolar en la escuela”. 
 MINISTERIO DE CULTURA Y EDUCACIÓN, (Curso para superviores y directores de instituciones educativas, nª5 “El desarrollo curricular” 1998)
 MORIN, Edgar.  Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. en http://www.unmsm.edu.pe/occaa/articulos/saberes7.pdf)
 MOSCATO, Ricardo.  Miradas, escenarios y desafíos de la cultura contemporánea en II Congreso Provincial de Formación Docente, Nuevos alumnos, nuevos docentes, nuevas escuelas, UCA-Instituto Formadores de Docentes, Conferencia inaugural, junio 2010
 PROYECTO EDUCATIVO COMÚN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN AMÉRICA LATINA, en www.cpalsj.org/publique/media/PEC.pdf
 PETTY, Miguel S.J.  El desafío de educar hoy.  Hacia un paradigma pedagógico personalista.  Buenos Aires, Bonum, 2010.
 VIDEO “Cambiando paradigmas en educación”, www.youtube.com/watch?v=E4KxFcvjyto
    VIDEO “La caja”, www.youtube.com/watch?v=1me6SQIYfX8
 VIDEO “La civilización empática” RSA Animate, www.youtube.com/watch?v=ETLqtJzKa2o

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